Vitaminas para el alma es un viaje transformador hacia la sanidad espiritual y emocional, diseñado para aquellos que buscan renovar su vida interior. A través de enseñanzas profundas basadas en la sabiduría bíblica, este libro ofrece un enfoque integral para sanar heridas, restaurar el amor propio y cultivar una vida plena. Cada capítulo se presenta como una dosis de "vitaminas" espirituales, proporcionando herramientas prácticas, reflexiones y ejercicios para fortalecer el alma y fomentar una relación más profunda con Dios.
A lo largo de sus páginas, la autora Yanina Gil nos guía por un camino de liberación y renovación, invitándonos a enfrentar las heridas del pasado, restaurar nuestra mente y emociones, y vivir con propósito. Con una mezcla de sabiduría divina y consejos prácticos, Vitaminas para el alma te ayudará a encontrar paz, esperanza y alegría, independientemente de las circunstancias.
Este libro no solo es un refugio espiritual, sino también un manual para el bienestar emocional, promoviendo la sanidad interior, la gratitud y la resiliencia. Si deseas experimentar una renovación espiritual y aprender a vivir en armonía con tu alma, este libro es el compañero perfecto en tu jornada de crecimiento personal.
Yanina María Gil Herazo es profesional en administración de empresas, con diplomados en gerencia del talento humano y docencia universitaria. Además de su labor profesional, es pastora, profeta y madre de dos hijos, Kathy Dalieth y Jesús Adrián. Está casada con el pastor Antonio López y es hija de Delis Herazo Ascencio y Eduardo Rafael Gil Avilés.
Agradecida con Dios por otorgarle sabiduría y conocimiento, ha logrado concretar uno de sus más grandes sueños: escribir su primer libro, Vitaminas para el alma. Este proyecto nació en la ciudad de Nueva York en 2020, cuando Dios le entregó la inspiración mientras viajaba en el tren. Desde entonces, ha trabajado con dedicación en su realización, siempre respaldada por la gracia divina.
Yanina expresa su gratitud a los amigos, pastores, profetas, evangelistas, maestros y servidores del evangelio que la acompañaron en este camino, así como a sus hijos, quienes son su apoyo y motor. También agradece profundamente a sus padres, quienes le han enseñado tenacidad, perseverancia, amor y fe en Dios.